05 – Un pequeño paso por Serbia

17/10/23

¿Que pasa si se parara el tiempo?
Aquel concepto imperceptible pero que a la vez nos traspasa constantemente.
Siempre presente… con su avance a paso lento y constante. Pisando fuerte para que seamos siempre conscientes de nuestra estadía en cada segundo. Pero a veces no lo suficiente.
Y más allá de que el tiempo en sí nunca se acaba. Cada pequeña partícula tiene su tiempo finito, que como todo, algún día se va a agotar.

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Hoy nos levantamos temprano con la intención de visitar la casa de la abuela de Mirko en Руски Крстур (Ruski Krstur), cuyo significado en serbio es «cruz rusa». La razón de nuestra visita era simple: Mirko deseaba plantar algunas vides de kiwi en lugar de las uvas que habían sido devastadas por el granizo en la entrada de la casa, creando así un pequeño patio cubierto para el verano.

La tranquilidad y serenidad que se respiraba en este lugar eran palpables. La gente llevaba sus vidas con una calma que contrastaba notablemente con el ritmo frenético que uno podría experimentar en Alemania y otros países de Europa, incluso con los lugares que habito en la Argentina. Aunque en otras circunstancias podría haberme sentido algo inquieto, recordé que estábamos de vacaciones. ¿Quién era yo para perturbar el apacible fluir de la vida en este rincón del mundo?

Ruski Krstur se revelaba como un pueblo diminuto, donde las calles apenas veían pasar a los transeúntes y no existía un centro propiamente dicho. Aquí, predominaban las casas y los campos, creando una atmósfera de sencillez y tranquilidad que resultaba reconfortante.

Después de plantar los kiwis, de regreso a la casa de Mirko, hicimos una parada en la casa de sus tíos. Lo que inicialmente iba a ser un simple gesto de cortesía al llevarles una planta como regalo, se convirtió en una experiencia memorable. Al atravesar el terreno, nos encontramos con un huerto de vegetales tan exóticos como grandes (Baahh, lo exótico era por lo grande, había un zucchini que medía casi tres manos mías) y una casa de campo que irradiaba una belleza humilde pero reconfortante.

Fue entonces cuando conocimos a la tía de Mirko, una mujer de energía contagiosa y sonrisa amable que nos recibió con entusiasmo. El tío, un señor de contextura chiquita en todos los sentidos, de pocas palabras, con un overol todo sucio del trabajo de campo. Irradiaba paz. Aunque las palabras que intercambiaron Mirko y sus tíos estaban totalmente fuera de mi comprensión lingüística, no hacía falta entender el idioma para sentir la calidez de su invitación a un café.

En ese momento, mi padre y yo nos convertimos en dos seres exóticos, dos argentinos en pleno corazón de Serbia. Sin embargo, para nuestra sorpresa, éramos plenamente bienvenidos antes de entrar, y no precisamente por la fama de Messi. Esto fue algo que se nos fue repitiendo en Serbia en diferentes ocasiones. Una parte de ellos nos ven como un país que lucha en ciertos aspectos contra el poder global y nos quiere por ello. Sienten un tipo de empatía. 

Saliendo de la casa de los tíos de Mirko, pasabamos por otra granja, donde un grupo de granjeros a los que acudimos para comprar unos mini pimientos nos obsequió generosamente con unos morrones rojos, invitándonos e incitandonos a degustarlos allí mismo. 

Debo admitir que nunca antes había probado un pimiento tan delicioso.

19/10/23

Entre la religión, los viñedos y el rescate de un perro, se desenvuelve una jornada que comienza con el tintineo insistente de un despertador a las 6:30 de la mañana. Un despertador colocado por un Valen idealista, deseoso de capturar en un timelapse las bellas luces del amanecer. Es un duelo constante entre el yo nocturno, rebosante de creatividad, y el yo matutino, que se aferra a las sábanas y se pregunta por qué se acostó tan tarde. 

Los primeros minutos del día son una batalla interna en la que se buscan recuerdos de aquellas otras mañanas, donde la victoria sobre la pereza dejó sus frutos hermosos (casi todas), buscando con esto darle coraje al alma y poder de una vez por todas, salir de las garras de la cama.

Hoy, la victoria fue conseguida.

El resultado del timelapse igualmente no alcanzó las expectativas, el cielo se mostraba más cubierto de lo previsto. Sin embargo, el resultado final fue bello a su manera.

El plan del día se trazó con antelación: una excursión a antiguos monasterios ortodoxos en Serbia. En un país donde el 84% de la población profesa esta fe, los monasterios son una parte esencial de su patrimonio. El primero de ellos se alzaba próximo al lugar donde aparcamos el auto, con una historia que se remonta al siglo XVIII. El segundo, al que llegamos tras un no muy largo camino guiado por Mirko a través de campos y bosques, fué reconstruido en el siglo XVII, tras un terremoto que arrasó el original, que había sido construido en el año 1493. Era una estructura más modesta y pacífica, custodiada por dos monjes.

Nos acompañaron en esta travesía una joven colombiana/alemana amiga de Mirko, junto a su hija pequeña de tres años y sus padres, una colombiana y un alemán, ambos de profunda religiosidad. Durante el paseo, surgieron conversaciones sobre los límites y la fidelidad, impregnadas por las enseñanzas de Jesucristo. ¿Dónde yacen los límites? ¿Son establecidos por Dios o por nosotros mismos? ¿En qué se fundamentan? Buscar expresar mis pensamientos sin herir la susceptibilidad de nadie resultó un desafío difícil. No quería imponer mi ideología, se que no sirve de nada. La imposición solo genera que el otro se cierre a lo que uno le dice. Pero hay convicciones que me resisto a ignorar y me parece importante seguir buscando maneras amorosas de compartir mi visión, permitiendo capaz alguna reflexión. Siempre mantengo presente que nuestras creencias pueden cambiar en cualquier momento.

Las capillas albergaban un arte sublime, pero me asaltaban dudas sobre su origen. ¿Fueron creadas por dinero, devoción o esclavitud? ¿El devoto era el que colocaba las piedras por amor a su dios o ese era el que daba la orden para que los otros lo hagan? No sé, desconozco así que no juzgo. Tampoco sabría de dónde investigar ya que la información que nos llega hoy en día está escrita por el que decide que contar. Como siempre.

El camino de regreso nos llevó a través de fincas con reminiscencias de la antigua Grecia y Roma, entre viñedos donde las uvas relucían tentadoras bajo el sol. En un momento del trayecto, nos encontramos con un grupo de mujeres descansando en el campo, charlando y fumando. Mirko se acercó rápidamente para preguntarles, en serbio, si podía tomarles una foto. Divertidas con la situación, comenzaron a posar y acto seguido cortaron racimos de uvas para ofrecernos. ¿Por qué lo hacían? La respuesta era simple: no había por qué, simplemente un gesto de amor y generosidad del camino. Nos colmaron de racimos, y cuando el padre alemán de la joven colombiana quiso pagarles, casi se sintieron ofendidas.

Y justo cuando creíamos que el día había alcanzado su plenitud, sucedió algo inesperado en el supermercado. Mientras nos dirigíamos a buscar a las chicas y luego a casa de Mirko. Nos detenemos a comprar lo necesario para una rica última cena y una escena singular capturó nuestra atención. Mirko, con su manera de ser a veces muy cómica e intrigante, se detuvo abruptamente frente a un perro abandonado en el aparcamiento del supermercado. Mientras nosotros los esperábamos, él se dedicó un buen rato a acercarse al pobre animal y que éste confíe en él. Sin dudarlo, lo tomó en brazos y se lo entregó a mi padre, quien, ocasionalmente, no siente una afinidad especial por los perros.

Con el perro sobre sus piernas, mi padre experimentó un torbellino de emociones. En su rostro se mezclaban la incertidumbre y la ternura mientras intentaba controlar su propia reserva hacia los perros. Por su parte, el perro oscilaba entre el miedo y la gratitud, reconociendo en Mirko un ángel salvador.

Así, con «Coco» como nuevo integrante de nuestro grupo, nos dirigimos a la casa de Mirko. Él se comprometió a buscarle un hogar adecuado, llevarlo al veterinario y brindarle todos los cuidados necesarios. Mientras tanto, mi padre le puso el nombre «Coco», un gesto de complicidad entre ambos.

El ambiente en el auto se llenó de una extraña pero reconfortante armonía (aparte de un interesante olor a perro sucio que se le sumaba ya al de las otras dos perras que tienen). Mirko, con su característica determinación, se ocuparía del bienestar del animal recién rescatado, mientras que mi padre, con su renuencia inicial, comenzaba a abrirse a la posibilidad de una nueva amistad.

“Así concluyó nuestro día, con la promesa de un futuro más luminoso para «Coco» y con la certeza de que, a veces, las sorpresas más hermosas surgen en los momentos menos esperados.” Arree! No, mentira, esa última parte es demasiado cursi. Pueden imaginarse con una imagen de alguien alejándose por el camino frente a un atardecer hermoso y una voz en off (podemos poner a Morgan Freeman) leyéndolo. 

Bueno, en fin, como diría Ruben Blades:

“La vida te da sorpresas
Sorpresas te da la vida, ¡ay, Dios!
Pedro Navaja, matón de esquina
Quien a hierro mata, a hierro termina
Valiente pescador, pa’l anzuelo que tiraste
En vez de una sardina un tiburón enganchaste”

 


 

Cabe aclarar que los sucesos transcurren siempre en un tiempo pasado. Aquello que ha acontecido sufrió el paso del tiempo antes de ser traducido a las palabras. Lapso sobre el cual la mente ha podido analizar e interiorizar aquello que vivió desde perspectivas distintas a la espontaneidad del momento presente. Las fechas buscan darle un orden a aquello que se lee, pero igual está condicionado al desorden interno que pierde la precisión de la línea temporal. 

Demás está decir que muchas cosas van a estar desordenadas y también cuenta con muchos sucesos que son adheridos en la transcripción o corrección del texto, dando avances sobre la fecha dada originalmente. Quedando a elección del lector buscar armar el rompecabezas como corresponde o simplemente leerlo dejándose llevar por la nueva cronología dada por las palabras escritas.

Por otro lado, como siempre digo, estoy abierto a comentarios acerca de todo lo que he escrito. O también es un placer que igual me escriban contando cómo están ustedes. Cualquier cosa que continué el intercambio me hace feliz y siento que enrice un montón. Todo esto puede ser en la cajita de comentarios que se encuentra aquí abajo.

Si les gusto leerme, abajo del todo, también en el pie de página, tienen otra cajita donde se pueden subscribir para recibir un mail cuando suba un articulo nuevo. Así no se lo pierden! 

Les mando un gran abrazo desde donde sea que estén viendo esto y gracias por leer!

12 comentarios

  1. Mi queridisimo gracias por compartir , un placer leerte ! . Viajo con cada historia que contas. Gracias, gracias, gracias! Hermosas fotos. Amé «papá y coco»

  2. Qué genial todo!!!! Volví a vivir dentro de mi reina y de mi corazón muchos momentos con tu relato. Ni qué decir de las fotos!!!
    Gracias querido hijo por esa compañía de aventuras que significa tanto para mí!!!!
    Una hermosura!!! Imposible preferir alguna de las partes… Las prefiero a todas!!!!!!!
    Te quiero mucho!!!!

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